López Obrador: que nadie se quede atrás

No dejar a nadie atrás es el imperativo moralmente convincente para llegar a los más pobres y marginados primero con financiamiento, programas y políticas. El compromiso de no dejar a nadie atrás [significa] garantizar que todos progresen. [La nueva Secretaria de Estado debe asegurar] que al menos el 50% de la ayuda se destine a los países más pobres, y alentar a los tomadores de decisiones a gastarla en las áreas de mayor necesidad dentro de esos países.

(Elizabeth Stuart, La importancia de “no dejar a nadie atrás”. Sobre los retos de la nueva Secretaria de Estado para el Desarrollo Internacional del Reino Unido, Penny Mordaunt. Overseas Development Institute, 9 de noviembre de 2017).

Bajo el liderazgo de la primera ministra Theresa May, el Reino Unido se halla finiquitando su salida de la Unión Europea, proceso conocido como Brexit, que concluirá en 2019 y que tuvo asidero en el referéndum del pasado 23 de junio de 2016, donde triunfó el “Leave” con casi el 52% de los votos. Una de las supuestas razones por las que el Reino (Inglaterra principalmente) rechazó seguir perteneciendo a la Unión fue el tener que asumir la responsabilidad de capear el fenómeno de la migración, sobre todo la generada a raíz de la crisis humanitaria Siria, que hizo temblar no sólo al viejo continente sino al mundo entero.

Parece que, para el gobernante partido conservador inglés, tanto como para el gobernante republicano estadounidense, en manos del racista Trump, levantar muros, cerrarse a “los diferentes”, favorecer a los poderosos, e incrementar el uso de la fuerza pública para mantener el orden, son las recetas de un “buen gobierno”. Nada tan alejado de la realidad; no existen medidas aislacionistas capaces de contener, mucho menos ocultar, la realidad de la miseria, la marginación, y la desesperación en que está inmersa la mayoría de la población mundial.

Por ello, tal como lo expresa Elizabeth Stuart, uno de los retos de la ministra de desarrollo internacional del Reino Unido, es procurar que la ayuda que se proporciona a los países pobres sea canalizada, efectivamente, a garantizar el progreso de los sectores más desfavorecidos. Y la razón es una: si el pudiente no quiere tener a esos desprotegidos tocando las puertas de su casa, brincando la barda de su propiedad, o asaltándole cuando salga a la calle, lo primero que tiene que hacer es encontrar la forma de incrementar sus condiciones de vida; brindándoles alternativas de buen vivir, coadyuvando a enaltecer su dignidad, principios y valores. Si eso se demanda a los liderazgos del primer mundo, con mayor énfasis debería ser considerado en los países en vías de desarrollo, afectados directamente por desigualdad y pobreza lacerantes.

El pasado 20 de noviembre, el dirigente del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) Andrés Manuel López Obrador, presentó en la ciudad de México, el Proyecto de Nación 2018-2024 (puede descargarse aquí; También, presentó a su eventual gabinete presidencial, integrado por ocho mujeres y ocho hombres. Como en 2006 y en 2012, AMLO hace lo que ningún otro aspirante a la primera magistratura: exponer las principales líneas de acción y los responsables de ejecutarlas, con nombres y apellidos.

Entre los lineamientos de primer orden en el Proyecto morenista sobresale el combate al flagelo de la pobreza. En el documento se expresa que:

México no puede hacer frente [a todos] sus desafíos [si no se cumplen] los derechos de la gran mayoría a la alimentación, la salud, la educación, el trabajo, la vivienda digna, la cultura y el deporte. Es innegable la relación causal entre la precariedad material que padece la mayor parte de la población con el incremento de la inseguridad, la violencia, la migración forzada por las circunstancias, la descomposición política e institucional y la mediocridad del desempeño económico en general. […] Por ello [debe destacarse el propósito] de combatir la pobreza de vastos sectores de la sociedad mediante la creación de fuentes de trabajo, el impulso a las actividades productivas, particularmente las del agro, la inclusión de todos los jóvenes en programas educativos o laborales y la atención a los adultos mayores.

El Proyecto de Nación 2018-2024 de Morena, nos recuerda que, en el país, la agenda social dejó de tener importancia desde hace mucho tiempo. El declive inició en el gobierno de Miguel de la Madrid, y su luz se apagó con Carlos Salinas, quien en realidad dio paso a la transición del PRI al pensamiento derechista. La docena trágica panista fue decepcionante: Fox y Calderón nunca se interesaron por resolver las causas de la pobreza; el último optó por asumir que con la fuerza del garrote y las balas, conteniendo y masacrando a los pobres, traería orden. Vaya insensatez. Y qué decir del régimen priísta actual: en la vena calderoniana, cree que militarizando ya con total descaro a México, con su Ley de Seguridad Interior, logrará su perpetuación. Digo perpetuación, porque ese es el único objetivo. Y es que, al presidente, el propósito del orden le importa tanto como la agenda social y el progreso: un bledo. Sí, parece que tienen razón quienes ahora hablan del PRIAN: es difícil hallarles diferencia; ambos se presentan como adalides de una derecha retrógrada y perniciosa.

Resulta interesante que en la actual Inglaterra, gobernada por la derecha, se destaque la necesidad de atender las necesidades de los pobres del mundo. Evidentemente, estamos frente a una nación desarrollada, con ineludible responsabilidad mundial. Aunque, curiosamente, esa racionalidad se encuentra en sintonía con el discurso, “por el bien de todos, primero los pobres”, de Andrés Manuel López Obrador, si bien aquí estamos de cara a la circunstancia de un país con más de 50% de su población viviendo en miseria, por lo que el compromiso es, esencialmente, nacional. Con todo, es patente que lo social es prioridad de la izquierda progresista; y pese a lo que se diga, el partido Morena y López Obrador, son los únicos exponentes de esa opción.

Se critica fuertemente que Morena haya hecho alianza con el Partido Encuentro Social (PES), partido de derecha. En descargo, López Obrador ha mencionado que no hay diferencias ideológicas de fondo. Habrá que darle el beneficio de la duda, pues el proyecto de gobierno de Morena es social, incluyente y favorecedor de los derechos humanos. El PES debe entenderlo así; y debe aceptar recorrerse un tanto al centro del espectro ideológico político porque, actualmente, el sillón de la extrema derecha tiene un propietario: el PRIAN.

Sea en una sociedad desarrollada, como Inglaterra, o en una en desarrollo, como México, el gobernante en turno tiene en sus manos la decisión de conducirse por la ruta de “no dejar a nadie atrás”, o por el contraproducente camino del Estado policiaco/militar, que todo lo arregla con violencia. Un buen líder recorre la primera opción, llevando en la mano la agenda social.

La segunda alternativa, lo sabemos, es la que favorecen los gobernantes incapaces, ignorantes, corruptos y apátridas, que prefieren quedar bien con el extranjero antes que con el país propio. Tal vez el lector conozca un gobierno así.

 

Fuente de imagen: Dominio público
Twitter: @RicSantes Fecha de publicación en otros medios:

Plumas Libres, 20-dic-2017

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