AMLO: el reto de mandar obedeciendo

Recoger el consenso acerca del contenido de las promesas puede ser fácil, pero el error es hacer creer que todo se resuelve con cambiar a los que mandan: error simple, pero dramáticamente contrario al hecho de que ganar la elección no significa [tener todo para] mandar.

(Giuseppe de Rita, en Corriere della Sera. 11 noviembre 2018)

En columna del diario italiano Corriere della Sera, el sociólogo Giuseppe de Rita expone su opinión sobre el arte de gobernar en una sociedad compleja. Afirma que en el proceso de toma de decisiones y el cumplimiento de los compromisos programáticos se desvelan dos fragilidades, una cultural y otra social.

En el primer caso, la fragilidad se revela por la distancia entre lo que se dice y lo que se hace (o lo que es lo mismo, “del dicho al hecho, hay mucho trecho”). La debilidad radica en la concepción del poder: lo que los candidatos anuncian en la competencia electoral y lo que hacen una vez que llegan al gobierno es abismalmente diferente. Prometer en campaña y ganar la elección no significa que automáticamente las órdenes serán obedecidas y las promesas cumplidas. Porque como comenta Giuseppe de Rita, la lógica “llegar al poder—llegar a mandar” sólo es válida en sistemas autoritarios y simplistas.

Por el contrario, regir en la complejidad implica un estado de acomodamientos continuos entre lo demandado, lo prometido, lo necesario, y lo viable para el bienestar general. En ese contexto, la incomodidad social que se percibe mediante manifestaciones en las calles revela que el proceso de gobernar (la gobernación) debe corregirse. El desafío es girar la cultura política hacia un horizonte más amplio, donde la gobernación no consista en dirigir a la colectividad sino acompañarla, trascendiendo de un gobierno “arriba-abajo” a uno “abajo-arriba”.

En la segunda fragilidad se parte de una premisa: en una sociedad compleja, quien gobierna vive en soledad. La complejidad implica una realidad compuesta de variables, sujetos y comportamientos, que para un gobernante con visión de mando tradicional (un dinosaurio) resulta incomprensible. La única manera en que el individuo a cargo puede superar esa soledad es tomando en serio los fenómenos en curso, conocer los diferentes colectivos, así como los variados intereses; en ellos descubrirá los conflictos que está obligado a atender. En ese escenario, debe contar con suficiencia intelectual para establecer canales de diálogo y acuerdo con las posiciones contrarias, para hallar alternativas de solución.

Giuseppe de Rita remite a su sociedad, la italiana; aunque en términos del razonamiento descrito no parece muy diferente de la mexicana. Tal vez acá las cosas sean aún más complicadas debido a la terrible desigualdad socioeconómica (que hoy, por el tema de la migración, se entremezcla con actitudes xenófobas, racistas y clasistas).

En esa tesitura, la gestión que encabezará Andrés Manuel López Obrador a partir del próximo 1o. de diciembre habrá de distinguirse —se ha garantizado—, por otra manera de hacer las cosas. “Mandar obedeciendo”, “El pueblo pone, el pueblo quita”, son algunos de los principios que defenderá la nueva administración. Lo cierto es que no será una tarea sencilla. Pues si bien es factible que el ánimo democrático esté en el horizonte de López Obrador, queda por ver si todos en el equipo se conducen conforme a sus postulados. Tres áreas merecen atención:

1. ADMINISTRACIÓN FEDERAL. Desde ahora, según algunos advierten, en la próxima estructura federal se están incorporando perfiles poco enaltecedores, que en otras administraciones (tricolores, azules, o amarillas) han mostrado desempeños deficientes—corruptos inclusive—, quienes parecen hechos para todo menos para honrar las propuestas de la Cuarta Transformación de la Vida Pública. La seguridad de acabar con la corrupción está en riesgo.

2. CONGRESO DE LA UNIÓN. La LXIV Legislatura, que entró en funciones desde el 1o. de septiembre, parece que está actuando en forma consecuente con las ofertas de campaña… aunque no deja de notarse la presencia de algunos “frijoles en el arroz”. Por lo pronto, las iniciativas y cuentas que están rindiendo son saludadas hasta por la oposición (por ejemplo, el tema de las comisiones bancarias).

3. GUBERNATURAS ESTATALES. Pronto veremos si aquellos personajes que resultaron triunfadores en las elecciones para gobernadores del pasado 1o. de julio —quienes no pueden negar que su triunfo lo deben al fenómeno AMLO— se mantienen dispuestos a conducirse por los caminos del líder; esto es, si están aptos para romper con la lógica de “llegar al poder—llegar a mandar”, en soslayo del interés general, al que gestiones anteriores tanto nos acostumbraron.

López Obrador también propone romper con la fragilidad sociopolítica de gobernar en soledad. Ya desde hace mucho decidió conocer las necesidades de los mexicanos mediante sus múltiples recorridos por el territorio nacional. Luego de la elección presidencial, adicionó el esquema de foros y, de manera más reciente, inició con la consulta popular, que promete continuará durante su mandato. Paradójicamente, la iniciativa de consultar, que significa la oportunidad para la ciudadanía de expresar su opinión y hacerla valer ante una autoridad, ha sido cuestionada por un sector que, sin duda, no comulga con Andrés Manuel y, por supuesto, no votó por él.

El hecho es que el nuevo presidente deberá estar atento tanto de los 30 millones de ciudadanos que apoyaron su proyecto, como de quienes no. Su gobierno tiene el compromiso de acompañar a la ciudadanía en la forma de mandar-obedeciendo. Pero también debe destacarse que los mexicanos tenemos el reto de ejercer nuestra capacidad de decisión con madurez y responsabilidad, poniendo los intereses de México por delante. Sí, la clave para una gobernación exitosa es la corresponsabilidad.

Fuente de imagen: Diario Rotativo (ir)
Twitter: @RicSantes Fecha de publicación en otros medios:

Plumas Libres, 16-nov-2018

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