López Obrador: Lo que sigue es la reforma de la vida nacional

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Ricardo V. Santes Álvarez

 

El discurso de Andrés Manuel López Obrador, ayer domingo en el Zócalo capitalino, dejó lecturas que discurren desde la decepción, pasando por la tristeza, la incertidumbre y la esperanza, hasta el optimismo.

Al escucharle, muchos se sintieron decepcionados. Se trata de ciudadanos indignados que creen firmemente que su voluntad de elegir en libertad volvió a ser atropellada por la autoridad electoral, y ansían una satisfacción pronta. Que están dispuestos a iniciar acciones contundentes porque consideran que la vía pacífica resulta estéril frente a la soberbia de quien no escucha a la sociedad. AMLO debió parecerles, por lo menos, condescendiente. No obstante, es necesario invitarles a deliberar sobre la situación y considerar que es factible llegar al éxito por otras vías, aun cuando su recorrido sea más largo. Andrés Manuel expresó estar consciente del dolor de millones, “Pero no hay que decepcionarse. Hemos tratado de limpiar el camino para los que nos siguen… No claudicaremos. Con la misma fe de siempre, vamos de nuevo para despertar a los que faltan”.

Otros entristecieron porque percibieron un líder que, al anunciar su separación de la coalición de partidos políticos que apoyó su candidatura, dejaba en la orfandad a esas organizaciones, las que, salvo honrosas excepciones, no supieron o no quisieron estar a la altura de las circunstancias. La mayoría de entristecidos son militantes o por lo menos simpatizantes de esos partidos. Sin embargo, es posible que los resultados recientes les hagan ver que la izquierda, con sus penosas luchas intestinas, no garantiza el tránsito hacia un México mejor. A partir de hoy inicia una reconfiguración de fuerzas políticas, y quienes perseveren en el objetivo de la transformación hacia una sociedad impregnada de legalidad, justicia y bienestar buscarán ubicarse en posiciones diferentes.

Para otros, surgió la incertidumbre, pues al concluir AMLO su discurso no escucharon lo que pensaron escucharían y que incluso fue “adelantado” por algunos personajes de izquierda: la creación del “partido de Andrés Manuel”. Pudo haberse adivinado la ruptura del político tabasqueño con el PRD, pero no con MC o PT. Pero López Obrador sigue mostrando congruencia: la creación de un nuevo partido se consulta con los simpatizantes o no se hace; el individuo se separa de todos los partidos o de ninguno (por cierto, no rompe sino que se separa). La incertidumbre del “¿qué sigue?” se irá despejando en los próximos días.

En otro sector, más reflexivo, apareció la esperanza. Pronto reconoció en el discurso un mensaje de mayor alcance, de larga duración: “1, 2, 3, 6 años, o una década, son sólo un suspiro en la historia nacional. Lo importante es no dejar de caminar hacia el ideal de la transformación”. AMLO va lento y rápido a la vez. Como dijo a Jacobo Zabludovsky en alguna entrevista “vamos lento porque llevamos prisa”. Pensar en plazos así, indefectiblemente beneficiará a quienes vienen detrás. No es la premura del ambicioso político, es la madurez de quien trasciende.

El optimismo surgió también, y seguramente se extenderá a más mexicanos en los días por venir. No sólo porque el discurso de AMLO estuvo realmente cargado de esperanza, sino porque abre nuevas perspectivas:

1) Se separa del movimiento progresista, esto es, de la izquierda institucionalizada a través de los partidos políticos que le representan. Ello no significa que no comulgue ya con el pensamiento que está en el origen de la izquierda. Más bien, que la actualidad de los partidos de izquierda está lejos de lo que el país demanda.

2) No se inclina al lado opuesto del espectro político, la derecha, no sólo por no tener empatía con la tendencia que le anima (crecimiento y orden por encima de igualdad y democracia, como asienta Agustín Squella) sino porque el partido que la representa, el PAN, ha dimitido en sus propósitos. Con su apoyo al PRI, los dirigentes azules traicionaron a los auténticos panistas. Lamentable papel el de su ex-candidata presidencial, avalando prematuramente y sin cortapisas el “triunfo” del contrario; infausto papel de personajes como Vicente Fox con su llamado a votar por el candidato del PRI, o como el “primer panista” felicitándole con gran sonrisa el 1o. de julio; y ahora revelando desde Vladivostok que algunos panistas querían su intervención a favor de Vázquez Mota “más allá de lo legal”. No cabe duda, para este personaje, la ropa sucia no sólo no se lava en casa, sino que es preferible hacerlo en el extranjero… para que se siga “hablando bien” de México.

3) AMLO mantiene firme su rechazo a reconocer el triunfo del PRI, dando con ello voz unitaria al sentir de millones de mexicanos. Se concentra en la consolidación de MORENA y anuncia que, luego de una serie de consultas a lo largo y ancho del país, informará si el movimiento pasa a ser partido político. Su próxima oferta será poner la nueva organización a disposición de los ciudadanos. No sólo no se retira de la vida política, sino que opta por un proceso de reforma de la vida nacional.

Andrés Manuel López Obrador es principal contribuyente a este momento histórico de México. Muchos lo reconocen, finalmente, como el único que aseguraba una alternativa promisoria. En esta nueva etapa de la lucha democrática su empuje continuará animando las expresiones del cambio. Como afirmó en su alocución el ingeniero Javier Jiménez Espriú, también en el Zócalo: “Ningún mexicano bien nacido debe abandonar al país a su suerte”, y como agregó en el mismo sitio la Dra. Raquel Sosa: “Porque nos duele México es que no podemos entregar el país”.

Ahora, el reto de MORENA es grande; debe probar que su deseo de fortalecimiento contempla la conversión a una organización política distinta, amplia, incluyente y nacionalista, donde se reflejen todos los mexicanos que luchan por alcanzar el objetivo superior de transformar a México.

MORENA debe abrirse a todos los intereses del espectro izquierda-derecha; no hay lugar para filias y fobias partidistas. La conciencia del cambio es de todos aquellos que favorecen la democracia y rechazan la corrupción; que se reconocen como ciudadanos y no como parte de una clase social, económica o política excluyente.

Así que esto apenas inicia.

Twitter: @RicSantes

Fecha de publicación en otros medios: 10 de septiembre de 2012

Ver: Los Ángeles Press,


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