La impunidad de los «Dones»

La Jornada

.

La ciudadanía española ha estado sometida, sobre todo en los últimos años, a un constante goteo de escándalos políticos que han generado profunda indignación. Tras la mayoría de ellos había casos claros de corrupción y, en casi todos, ejemplos palmarios de actuación inmoral por parte de servidores públicos. Es difícil creer que estos múltiples casos sean ejemplos aislados de degradación ética en un mar de bondad y civismo colectivo. Más bien, creemos que son el crudo reflejo de un país que había aceptado implícitamente un cierto relativismo moral y un desmedido afán por el enriquecimiento fácil, sin cálculo de consecuencias.

(Manuel Villoria y Agustín Izquierdo, Ética pública y buen gobierno. Tecnos, Madrid, 2016: 11)

.

¿Ha escuchado hablar de corrupción en los últimos tiempos? ¿Corrupción en el gobierno y la administración pública, en los diputados y senadores que integran el Congreso federal, en las legislaturas locales, o en el mismísimo poder judicial? ¡Corrupción en todos los ámbitos de la vida pública! ¡Vamos, hasta en el deporte, en la CNDH, e inclusive en la “neutra” academia mexicana! Pues sí, parece que, con tanta efervescencia del término, aquella aseveración categórica de Don Enrique Peña Nieto, en el sentido que se trata de una cuestión cultural, cobra sustento. Y es que si, recientemente, el presidente de México, en la toma de protesta del Consejo Directivo Nacional de la Coparmex, dijo que la corrupción no es un elemento privativo del ámbito público, sino que “lo es también del privado y a veces van de la mano”, pues entonces parece que ¡la corrupción somos todos! Apaguemos las luces, cerremos las puertas, callemos la boca, y ¡a otra cosa!, pues este mal es irremediable.

Pero… ¿está usted de acuerdo con ello? Porque si aceptamos los dichos peñistas, todos somos corruptos y no hay mayor discusión. En mi opinión, el señor Peña está equivocado. El mexicano ciudadano (ojo: sin error en el orden de los términos), conocedor de sus derechos, así como de sus responsabilidades, rechaza con hechos los dislates presidenciales; lucha diariamente contra el deleznable vicio de la corrupción como sello nacional, y eso le brinda la fuerza para aspirar a un futuro promisorio, a un país mejor.

Que los “emblemáticos” Moreira, Duarte, Salinas, Romero Deschamps, Gordillo, etcétera, son corruptos, a muy pocos les cabe duda; es más, no hay discusión que son cínicos y que la sociedad les importa muy poco. Pero frente a esos desvergonzados, existe una estirpe de CIUDADANOS, y eso es garantía que no todo está perdido.

Como la citación del inicio deja ver, el cáncer de la corrupción no es privativo de nuestro país. De ninguna manera, en todo el mundo el fenómeno ha existido por centurias, por lo que no es sencillo de erradicar. Menos, cuando ha sido impuesto a sangre y muerte por un país colonizador, como España, en uno colonizado y endeble, como México; y en éste, con gozosa actitud ha sido bienvenido y cobijado por las élites; hasta el punto que hoy somos gobernados por los más viles y tal parece que no hay problema alguno. Que si el presidente tiene una Casa Blanca producto de inmorales negociaciones a la sombra del poder político, pues el secretario de Hacienda tiene igualmente derecho a su casita malinalca por esa vía, y el secretario de (des)Gobernación a la suya en Las Lomas de Chapultepec por los mismos medios; al fin que si uno puede, los demás también. Y si brota alguna inconformidad, para eso hay una servil secretario de la función pública que mirará para otro lado o de plano se hará el ciego, y luego aseverará contundente que todo está en orden, que ningún “servidor público” ha incurrido en falta. Y ni hablar de los gobernadores: simplemente, unas fichas.

En ese contexto, el “Caso Humberto Moreira” es icónico, porque se trata de un parte-aguas en la relación actual entre México y España. Demuestra la intrincada red de componendas, pago de favores, connivencias, corruptelas, o como usted guste denominarle, que ocurre en las élites sin importar que exista un océano de por medio, pero que eventualmente puede descarrilar la armonía entre ambas naciones. Y juzgue usted si no:

El 15 de enero de 2016, Humberto Moreira, ex presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y ex gobernador de Coahuila, es detenido en España con acusaciones de lavado de dinero. Parodiando a Peña Nieto, quien días atrás se había vanagloriado de la captura de Joaquín Guzmán Loera (“El Chapo Guzmán”, o Don Joaquín para los custodios del penal del Altiplano), por vía de su cuenta de Twitter, afirmando “Misión cumplida, lo tenemos”, la policía española, igualmente por Twitter, comunicaba la captura del priista escribiendo “Misión cumplida”. Lo último, gracias a una orden de aprehensión concedida por el juez José de la Mata. No obstante, apenas cinco días después, otro juez, éste de nombre Santiago Pedraz, levanta a Don Humberto la medida cautelar de prisión; le devuelve su documentación, y le permite regresar airoso a México. Tanto, que recién desempacado de la península ibérica, un envalentonado Moreira advierte estar dispuesto a “sacrificarse” una vez más por la gente de Coahuila y optar por un puesto de “representación popular”, por el PRI, claro (faltaba más).

Lo narrado no fue motivo de indignación, ni mucho menos indagación, por estos rumbos, pues acá Moreira es eso: un Don en pleno uso de su poder, y (secreto a voces) cuenta con los favores de otro Don que está muy arriba en el gobierno. Desde mayo de 2015 fue exonerado de “diversas denuncias” por la PGR. En Madrid, sin embargo, el asunto sí es noticia, pues la justicia española está dolida por el hecho de que su reputación ha quedado en entredicho por la manera en que el político de marras consiguió su libertad. El diario El Español, da cuenta de un sucio manejo del proceso jurídico, que involucra al susodicho juez Pedraz, y al famoso abogado Baltasar Garzón. De acuerdo con medios españoles y mexicanos, en 2011 el entonces juez Baltasar Garzón conoció al priista Moreira cuando participó en México en un foro sobre legalidad organizado por la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, que había sido presidida por Rubén Moreira (hermano de Humberto). Días después, en reunión privada con el Comité Ejecutivo Nacional del PRI, aportó opiniones en materia de derechos humanos y lucha contra el crimen organizado, las que se recogieron para construir la plataforma política del candidato Peña Nieto en la elección presidencial de 2012. Más adelante, en mayo de 2012, el juez Pedraz y Baltasar Garzón (ya destituido de su trabajo como juez, acusado de prevaricato) acudieron al Foro de Seguridad, Legalidad y Derechos Humanos realizado en Ciudad Juárez, Chihuahua, e impartieron una conferencia sobre legalidad.

A esa íntima relación, el juez Pedraz apenas esgrimió una débil y balbuceante excusa: las conferencias a las que asistió en México fueron auspiciadas por “la Secretaría de Gobernación y los gobiernos estatales respectivos”. Asimismo, considera “tendenciosa” la información del periódico El Español sobre su presunta conexión con Moreira y “absurda” la deducción de que Garzón influyó en su decisión de liberar al político mexicano.

El caso aún no tiene colofón; de hecho, mientras que por acá se continuaba vitoreando al hijo pródigo de Coahuila, el viernes 18, la policía española detenía a un empresario mexicano, por orden de la Audiencia Nacional española, a petición de la Fiscalía Anticorrupción, por la investigación de presunto lavado de dinero, que lo vincula a Don Humberto, así como por presuntos nexos con el crimen organizado.

El caso Moreira y la actuación del gobierno mexicano invitan a reflexionar en las rutas posibles: o nos imponemos como sociedad informada, madura, cohesionada, activa, y dispuesta a salir del hoyo a pesar de los gobernantes y sus complicidades para delinquir impunemente, o aceptamos vivir como súbditos de regímenes impregnados hasta el tuétano del cáncer de la corrupción y la mala vida. Definitivamente, un cambio positivo no será concesión graciosa ni gratuita de esos gobiernos: en nosotros está la decisión de mejorar las cosas en este querido y maravilloso México. En nadie más.

.

Fecha de publicación en otros medios: 23 de marzo de 2016

Infolliteras, Plumas Libres

Twitter: @RicSantes

.

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *