Elecciones en México: en Baja California, votar por el “menos peor”; en Xalapa, por quien «acabará con las ratas»

DSCF1242-8x45

Ricardo V. Santes Álvarez

 

El proceso electoral que se desarrolla en 14 entidades mexicanas para elegir diputados locales y presidentes municipales (y gobernador en una de ellas) el próximo 7 de julio, confirma por enésima ocasión el penoso nivel de la política y los políticos. El vituperio, la mofa, la difamación del adversario o incluso la amenaza a su vida son moneda corriente en estas “competidas” campañas. Sistemáticamente se deja de lado aquello que hace tanta falta en el país: la propuesta concreta y viable.

 Por voces favorables a una determinada opción, o por reprobables anónimos, nos enteramos de toda la negatividad que encierra un candidato o una candidata de la posición contraria. Se nos dicen cosas “espantosas”: que ha amasado una fortuna de manera inexplicable; que en una ocasión se le vio abrazando a La Maestra; que en su última gestión dejó vacías las arcas públicas; que tiene vínculos con el crimen organizado; etcétera. Al mismo tiempo, la instancia oficial encargada de “vigilar imparcialmente” el proceso electoral, llena el espectro mediático con una cantaleta hartante; apelando al buen juicio de los ciudadanos, les conmina a ejercer su deber cívico y derecho a votar libremente y de modo informado por quien consideren la mejor opción. Advierte también que, si se abstienen, permitirán que otros decidan por ellos, con lo que estarán contribuyendo al deterioro de la democracia.

 Con esa presión, el mexicano de a pie parece atrapado. Le indigna enterarse que por quien pensaba votar es acusado de los peores actos (aun cuando éstos no han sido probados) y se decepciona al voltear hacia otras alternativas percatándose que son iguales o peores. ¿Votar por quien es señalado de haber robado recursos públicos, o por quien es acusado de poseer propiedades adquiridas con dinero de dudosa procedencia? La ciudadanía se pregunta si no hay otros: ¿Qué tal un candidato que no pertenezca a partido político alguno? NO, por ahora eso es prácticamente imposible. ¿Y qué tal si no se vota? NO, porque la perorata democrática y del deber cívico persigue a los ciudadanos por todas partes, incluso después de la elección.

 El órgano electoral invita a votar libremente por quien se considere mejor. Claro, pero siempre y cuando se elija de un menú de abanderados por los partidos políticos. Sí, de los mismos partidos que sancionan la conformación del órgano electoral. ¡Vaya circularidad! Asimismo, la recomendación es emitir un voto informado, pero resulta que poco o nada agradable se sabe de los aspirantes, puesto que, como se confirma en la propaganda que abunda en las calles, antes que destacar las virtudes y objetivos del aspirante propio, los institutos políticos prefieren difundir especies acerca del volumen y hedor del estiércol que significa la postulación del adversario.

 Peor aún, cuando los candidatos dan a conocer de viva voz SU propuesta, nos encontramos con banalidades o retórica hueca a más no poder. “Tenme confianza, no te voy a fallar”, dice uno. “En mi gobierno no me temblará la mano”, expresa otro. “Conmigo tú mandas”, señala uno más. “Trabajaré día y noche”, agrega otro; y un largo etcétera. Usted, lector, ¿les cree? Porque como se dice coloquialmente, esos políticos “de lengua se comen un kilo”. Y a todo esto, ¿dónde está la propuesta para que las cosas mejoren?, ¿Dónde están los “qué”, “cómo”, “cuándo”, “dónde” y “quiénes”, concretos y viables?

 

Gubernatura en Baja California

En esa entidad se realiza uno de los espectáculos más emblemáticos de la política nacional… y de sus políticos. Pese a compromisos de civilidad y limpieza, la “guerra sucia” entre los dos abanderados con posibilidades reales de ser elegidos para asumir la gubernatura no se ha hecho esperar. Se ha dado una pugna entre grupos de simpatizantes que lo mismo molestan por las calles y por vía telefónica a quien menos culpa tiene de sus conflictos (los ciudadanos), que montan por doquier inmensos espectaculares para “informar” el lado negro del aspirante contrario. Quizás el lector haya recibido llamadas telefónicas donde le piden colaboración para responder supuestas encuestas, pero en donde solamente le enuncian aspectos que agreden al adversario; y finalmente le preguntan “Y usted, ¿por quién piensa votar?”.

 Aparte de los insulsos ataques personales que en nada contribuyen a elevar la calidad de la democracia, los debates entre los concursantes por el gobierno de Baja California sólo sirvieron para testimoniar el triste nivel discursivo y el raquítico acervo de presuntas propuestas. Las campañas terminan con similares traspiés a como empezaron; un candidato declarando: “Queremos empleo mejor pagado”… pues, ¿qué no es él quien debe generar las condiciones para ofrecer más y mejores empleos? Y el otro contendiente ofreciendo refritos maravillosos, como el de echar a andar las escuelas de tiempo completo… ¿Acaso no le han informado que eso ya está contemplado en el Compromiso 10 del Pacto por México y se recoge en la Meta III del Plan Nacional de Desarrollo?

 El tira-tira de la política y los políticos en Baja California alcanza niveles climácicos. Y no es para menos, pues está en juego la joya de la corona azul (que azul ha pintado por 24 años), la cual otros desean que ahora sea tricolor. Siendo la primera gubernatura que se concursa durante la administración Peñista, ganarla significaría, supuestamente, empezar con el pie derecho.

 Baja California necesita un cambio hacia una mejoría. En eso hay acuerdo. La duda es, en un flanco, si el aspirante del PAN hará diferencia y tomará distancia de las inercias que heredaría de los correligionarios que le preceden, o simplemente repetirá la receta. En el otro lado, si el candidato tricolor dará nuevo, mayor y sobresaliente impulso al desarrollo integral de la entidad, o solamente hará eco de las prácticas deleznables que campean en otras entidades donde gobierna el PRI. El panorama es incierto y parece que, últimamente, los ciudadanos saldrán a votar no por la opción mejor sino por la “menos peor”. Francamente, lo positivo de las campañas en Baja California es que ya concluyeron.

 

Alcaldía de Xalapa

La ausencia de candidaturas de altura es generalizada en el país. Tal vez por eso, en Xalapa ha surgido una alternativa para la alcaldía que ha puesto a temblar a los políticos de siempre y las estructuras electorales que esos mismos políticos de siempre han construido. Se trata de una posibilidad que no surge formalmente de los partidos, es más bien un candidato ciudadano… bueno un felino, pero definitivamente el preferido de muchos electores. Es el Candigato Morris. En efecto, el simpático animalito ha tenido tanto éxito que ya trascendió las fronteras nacionales, y ha generado gran preocupación en la clase política local. A grado tal que las felinas intenciones de Morris de ser alcalde de Xalapa “para acabar con las ratas” han sido atajadas contundentemente por la presidenta del Instituto Electoral Veracruzano (IEV), arguyendo que todo voto por él se considerará nulo.

Al debate pronto entraron representantes de partidos, como es el caso del Comisionado Nacional del PT en el estado, quien calificó como “una estupidez” el que muchos xalapeños pretendan votar por Morris, aduciendo que tal acción sólo favorecerá al PRI y dañará a la oposición. Se sumó a la discusión una ex-consejera electoral, afirmando que el IEV miente sobre la nulidad del voto por el gatito, pues se puede escribir en un recuadro de la boleta el nombre de un postulante no registrado. “No es un voto nulo ni inválido, son votos que cada vez toman más fuerza para que se formalicen las candidaturas ciudadanas”, aseveró. Contribuyó también a levantar ámpula un magistrado del Tribunal Electoral de Veracruz, quien afirmó que inclusive si el 40 por ciento votara por el candigato la elección sería válida, porque “dichos votos no se contabilizarían, por lo que el triunfo sería para el candidato que obtenga el segundo lugar de sufragios a favor”.

 Entre tanta alharaca, los dueños/representantes de Morris han enviado una carta al IEV, solicitando con argumentación jurídica que los votos por su mascota sean respetados y se contabilicen, precisamente, como sufragios por “candidato no registrado”. Asimismo, invitan a los simpatizantes a escribir en el recuadro correspondiente de la boleta electoral la leyenda “voto x el gato Morris”. El pequeño animalito es popular; vamos, muy popular, y tiene mucho mayor “arrastre” que cualquiera de los postulantes humanos que sueñan con ocupar la alcaldía xalapeña. Queda claro que no será Alcalde, pero el lamento principal para quien ocupe próximamente ese encargo será haber quedado en segundo lugar en las preferencias electorales, atrás de “un simple gato”.

 Se comenta que detrás del candigato hay una estrategia armada por el partido gobernante para pulverizar el voto opositor y así seguir perpetuándose en el poder. Todo es posible en este México tan creativo para la engañifa política, pero sería una miopía pensar que el fenómeno Morris concluirá el 7 de julio. Por el contrario; éste y otros “candigatos” que posteriormente se han postulado en otros municipios, anuncian el inicio de las reformas necesarias, las que, en tanto la clase política de siempre siga manteniéndose ciega y sorda ante las demandas ciudadanas, avanzarán por canales informales y adquirirán, sí o sí, cada vez más peso en el espacio público.

 Twitter: @RicSantes

 Fecha de publicación en otros medios: 1o. de julio de 2013

Ver: Los Ángeles Press , Infolliteras

 

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *