Robo de gasolina, o predicando con el ejemplo

Quiero […] expresar mis más sentidas condolencias a los familiares y compañeros soldados del Ejército mexicano, que lamentablemente perdieron la vida en el cumplimiento de su deber, en el estado de Puebla. Reitero mi más enérgica condena a los cobardes actos de agresión en contra del personal del Ejército mexicano. El Gobierno de la República aplicará todo el peso de la Ley a los responsables. El robo de combustible, hay que decirlo y tenerlo presente, es un delito. Quienes lo practican, exponen a sus familias y dañan a sus comunidades. La delincuencia organizada engaña y utiliza a la población para cometer el ilícito. La mejor acción para combatir el robo de combustible es la denuncia ciudadana. He dado indicaciones a las Secretarías de la Defensa Nacional, Marina, y Hacienda, a la Procuraduría General de la República, y a la Dirección de Pemex, para instrumentar una estrategia integral para combatir este ilícito en toda la geografía nacional. Trabajaremos de cerca con las autoridades del Gobierno de Puebla para coordinar esfuerzos hasta desmantelar por completo a las bandas delictivas que a ello se dedican.

(Enrique Peña Nieto, 5 de mayo de 2017)

Los elementos del Ejército Mexicano fueron agredidos la noche de este miércoles 3 de mayo por ladrones de combustible después de que hallaran una toma clandestina. Los huachicoleros fueron alertados de la presencia de las fuerzas castrenses por los propios pobladores de Quecholac.

(Periódico Central, 3 de mayo de 2017)

Al principio no quería [comprar gasolina], pero al darme cuenta de cómo se maneja el Gobierno, que ellos sí pueden robarnos… yo sé que lo que hago es un delito, pero también ellos lo cometen.

(“Diana”, declaración a Efe, Sin Embargo, 6 de mayo de 2017)

 

Es sabido que los llamados a modificar conductas son infructuosos cuando las de los propios convocantes no son consecuentes. Y es algo conocido porque ocurre en nuestras casas, inclusive. Pedir a los hijos que estudien o que no fumen ni tomen, es fútil cuando los padres no dan muestras de orientarse por lo que pregonan. Naturalmente, si en el espacio de lo privado no es sencillo fomentar ni mantener una disciplina de lo que se considera “correcto”, qué duda cabe que en la arena de lo público, la anarquía y los excesos sean la ruta de la “normalidad”. Máxime, cuando el referente obligado, la autoridad, pone ejemplos de malas prácticas e incumplimiento del deber, que se dejan ver por vía del pernicioso cáncer de la corrupción y la impunidad.

El 5 de mayo, en la celebración del aniversario de la Batalla de Puebla, en la capital del país, Enrique Peña Nieto se solidarizó con los miembros de las fuerzas armadas que perdieron la vida en un enfrentamiento ocurrido en Palmarito Tochapan, municipio de Quecholac, Puebla la noche del miércoles 3. Condenó los “cobardes actos de agresión” infligidos a los militares por la delincuencia organizada, la cual, aseveró, engaña y utiliza a la población para hurtar gasolina. El presidente dijo lo que dijo, en el Campo Marte, cobijado por la grey castrense, lleno de reflectores y aplausos zalameros. Desde ahí, ¡cómo no va sentirse con la suficiencia para hacer tan enérgico discurso!

Sin embargo, parece que el primer mandatario no fue informado que en el suceso también hubo civiles muertos, pues éstos no le merecieron una debida mención. Tal parece que, sea en Puebla, Guerrero, Tamaulipas, Veracruz, Quintana Roo, o en cualquier parte de la geografía nacional, si el fallecimiento no es de algún militar, resulta irrelevante para el gobierno de la República. Más bien, Peña prefirió lanzar la advertencia que el robo de combustible es un delito y que quienes lo practican, exponen a sus familias y dañan a sus comunidades. Y agregó que giró instrucciones de desmantelar a las bandas delictivas relacionadas.

Desafortunadamente, la política de mano dura que pretende demostrarse ante los actos ilegales, no tiene un conexo de mayor proyección, tanto social como económica, que complemente el propósito de la fuerza. En efecto, como se lee arriba, la “estrategia integral” anunciada no incluye a los encargados de las secretarías de Desarrollo Social, Salud, Economía, ni Educación. Con ello, el gobierno peñista soslaya, por no decir que olvida, la imperiosa necesidad de fortalecer la agenda social y la generación de empleos. Porque, en el caso de Palmarito, ¿cómo explicarnos que un niño de 11 años, un “halconcito de los huachicoleros”, se ufane al decir que él ya no estudia sino que trabaja y gana 12 mil pesos al mes, lo que es cuatro veces más de lo que gana su padre, según relató el propio gobernador poblano Gali Fayad?

Dice el presidente que la mejor acción para combatir el delito es la denuncia ciudadana. Nuevamente, desde la comodidad de vivir cobijado las 24 horas del día por el Estado Mayor, es fácil discursear. Pero valdría la pena que Peña Nieto piense en el grado de confianza que le inspira al ciudadano de a pié la supuesta protección y certidumbre jurídica que brindan las instituciones del Estado. Es dominio público que la mayoría de ellas son una verdadera desgracia; y no es raro enterarnos que el que entra a un ministerio público, como denunciante e inocente, sale como imputado y culpable.

Ante lo afirmado por el mandatario, cabe preguntar si habrá robos que no configuren delito. Puede que sí, y “Diana” lo ilustra, al manifestar que, si bien inicialmente no deseaba comprar gasolina robada, al darse cuenta “de cómo se maneja el Gobierno, que ellos sí pueden robarnos…”, aceptó ser parte del problema. Ahí está el meollo del asunto: Peña Nieto se indigna de los huachicoleros, y que la población se coluda con ellos, los proteja, y sea parte del ilícito. Pero tanto en el imaginario social como en los hechos, está la percepción que el gobierno es el primero en realizar aquellos actos que no quiere que la población cometa. ¿Qué nos dice el presidente de asuntos tan sonados como los nexos público-privados del tipo OHL, Odebrecht, o Higa?, ¿qué comenta sobre adquisiciones como la Casa Blanca o la Casa Malinalco del canciller visionario?, o ¿qué informa sobre los temas Duarte, Yarrington, etcétera? En síntesis, si el gobierno se conduce como lo hace, lo menos que debe esperar es que la ciudadanía, sobre todo los sectores más desprotegidos, se comporte como la autoridad no lo hace.

Por cierto, y como corolario: ¿Dónde quedó la Segob y su súper-secretario, que no aparecen como parte de la “estrategia integral”?

Fuente de imagen: Dominio público
Twitter: @RicSantes Fecha de publicación en otros medios:

Plumas Libres 8-may-2017

 

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