Encuestas, encuestadoras y la estrategia del 2o. lugar

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Ricardo V. Santes Álvarez

 

Las encuestas sobre preferencias electorales revelan lo que una muestra poblacional opina acerca de algún candidato en un momento determinado. Orientan y permiten suponer posibles resultados de una elección. Cuando son realizadas por instancias reconocidas por su profesionalismo e imparcialidad, las encuestas generan en la sociedad inclinación a aceptar como válidos y legítimos los resultados del proceso electoral; por supuesto, si ocurre lo esperado, es decir, lo que éstas anuncian. Porque si ocurre lo contrario, aparecen la duda y la incredulidad.

Por razones varias, que llamaré simplemente “metodológicas”, es normal que existan discrepancias entre los resultados que aportan diferentes encuestadoras. En el actual proceso electoral, varias han dado a conocer los suyos y, en la generalidad, un dato aparece como irrefutable: El Sr. Peña Nieto mantiene considerable ventaja sobre los demás aspirantes presidenciales.

Así lo han consignado en todo este tiempo fuentes como Grupo Reforma, María de las Heras, y El Universal, entre otras. La impresión es que el candidato del PRI va en un Ferrari y nadie lo detendrá; que la lucha, si acaso se da, es por el segundo sitio entre la Sra. Vázquez Mota y el Sr. López Obrador. Pero incluso ahí, la aspirante del PAN ha sido ubicada en ese segundo puesto, con ligera ventaja sobre el candidato de las izquierdas.

La compatibilidad entre los resultados aportados por las encuestadoras a lo largo del proceso parece propiciar un ambiente de acuerdo sobre las posiciones a las que los candidatos presidenciales realmente pueden aspirar, esto es, “si la elección fuera en este momento…”, ya sabe usted cuál sería el resultado.

De manera no explícita en el imaginario social se construye la idea que ya todo está decidido. Si algo de aderezo puede tener esta elección es el de saber quién se queda con el segundo lugar. Por ejemplo, en la encuesta que publica El Universal/Buendía&Laredo, este 14 de mayo, la pimienta la pone el Sr. López Obrador, pues aparece con una preferencia de 24.8%, mientras que la Sra. Vázquez Mota presenta 23.1%. Es decir, el candidato de las izquierdas ocupa el segundo sitio.

 

 

Sí, pero no. Porque como la misma nota lo aclara, aunque “la tendencia muestra que López Obrador está mejor posicionado que su contraparte panista [los números que hacen la diferencia] aún se encuentran en el margen de error”. Entonces, una bajó y otro subió, pero puede que no.

Los resultados que se publican el 16 de mayo en la encuesta de Milenio GEA/ISA dan a Vázquez Mota 25.1% y a López Obrador 24.7%. Aquí, la aspirante azul se posiciona en el segundo sitio.

 

Nuevamente, sí, pero no. Porque la conclusión de Milenio es similar: Entre ambos candidatos hay un “empate técnico”. Entonces, nada para nadie, “sigan participando”.

Aquí emerge un escenario con dos mensajes.

PRIMERO: El puntero en las encuestas es inalcanzable; la votación del 1o. de julio simplemente confirmará lo que ya se sabe.

SEGUNDO: A estas alturas, ni la Sra. Vázquez Mota ni el Sr. López Obrador se han apoderado del segundo lugar, así que deben luchar entre sí para conseguirlo; y quién sabe, posiblemente algo extraordinario catapulte a quien lo tenga hasta intentar arrebatarle la presidencia al Sr. Peña Nieto.

Sin embargo, el terreno donde se ha construido este escenario no es del todo sólido, y como muestra, ofrezco dos razonamientos:

1. Una encuesta realizada por María de las Heras, entre el 24 y el 27 de marzo, donde informa que la intención del voto a favor de López Obrador se emparejó con la de Vázquez Mota, de inmediato recibió una andanada de críticas, pues sus resultados no eran compatibles con los que en esa oportunidad dieron otras empresas, como Ipsos-Bimsa y Grupo Reforma, quienes daban 7 y 10 puntos de ventaja a Vázquez Mota sobre López Obrador. La explicación pudo descansar en la metodología, pero queda claro que aun las empresas serias han discrepado fuertemente entre sí en esta contienda presidencial.

2. Los medios de información documentan que cada vez más personas cuestionan los intereses que puede haber detrás de algunas encuestadoras, por lo que la credibilidad que les inviste se ve mermada. Lo peor de este asunto es que, por contagio, las empresas que actúan con imparcialidad también sufren este descrédito.

La debilidad del escenario puede sintetizarse en lo siguiente:

De cara al actual proceso electoral ¿creen los ciudadanos en las encuestas y en las encuestadoras? Si es así, queda por saber si la curiosidad remitirá a interesarse exclusivamente en quién se quede, finalmente, con el segundo lugar, porque el primero ya está dado.

A reserva de abundar sobre ello posteriormente, cierro con este apunte: La Sra. Vázquez Mota dice que será Presidenta; que el retorno al pasado sería muy grave para México. El Sr. López Obrador dice que será presidente; que el regreso del PRI llevaría a México al despeñadero. Mientras tanto, el Sr. Peña Nieto no sólo dice que será presidente sino que diversos sectores, por razón de las encuestas, ya lo ven como presidente. Convendría saber qué piensan y harán al respecto la aspirante del PAN y el candidato de las izquierdas; que se den la oportunidad de manifestar si su interés por México es mayor que el interés personal o de partido.

 Twitter: @RicSantes

Ver también:  Los Ángeles Press y Plumas Libres


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