AMLO y los bemoles de la 4T

La Cuarta Transformación de la vida pública de México, la 4T, impulsada por el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, está resultando un gran desafío, para el gobierno federal y el país entero, pues pone en la mesa de todos la disyuntiva sobre, en palabras coloquiales, lo siguiente: le entramos o le sacamos a los problemas que nos aquejan.

En la campaña por la primera magistratura, AMLO fue claro en que una de las metas de la 4T es generar un cambio de fondo para sanear la vida pública, empezando desde arriba, “como se barren las escaleras”, y acabar con la corrupción, flagelo que identifica como el cáncer que más daño ha causado. Ya en el encargo, ha actuado en congruencia, poniendo como propósito pugnar por dar ese giro positivo, que reordene el quehacer de los servidores públicos de todos los niveles, que permee en las conciencias y actitudes de la sociedad en su conjunto, y permita alcanzar un México mejor, libre, solidario y justo.

No obstante, hay que reconocer que del dicho al hecho hay gran trecho. El lance de enfrentar con toda convicción actividades tan monstruosas como el robo de combustibles, perpetrado por grupos criminales que registran en sus filas a políticos, autoridades y burócratas, así como civiles que han preferido optar por conducirse al margen de la legalidad, está convirtiéndose en una piedra en el zapato para el Estado mexicano. El “huachicoleo” se ha dado y se da abajo, pero también y principalmente, en las altas esferas del sector público; fundamentalmente, al interior de Petróleos Mexicanos (Pemex).

La escoba empezó a trabajar y en estos días nos enteramos que la autoridad maneja ya el centro de control de la empresa, y que hay funcionarios señalados como partícipes de actos censurables. Con ello, AMLO da muestra que a la disyuntiva de «le entramos o le sacamos» responde sin dudar: le entramos.

La estrategia gubernamental dispuso, entre otras medidas, el monitoreo de flujos de combustible en la red de ductos de conducción; cierres donde se detecten anomalías; vigilancia, protección y reparación de la infraestructura; uso de pipas para conducción de gasolinas como alternativa a la distribución; e información constante a la ciudadanía de los resultados de las acciones emprendidas. Al momento, los resultados son variopintos, pues si bien las cifras indican que el robo del energético ha disminuido, no ha cesado; por el contrario, se siguen detectando puntos donde el actuar ilícito continúa. Por ejemplo, se informó de un ducto, el que va de Tuxpan a Azcapotzalco, que luego de ser reparado fue saboteado nuevamente por los delincuentes. Peor, nos enteramos que este domingo, mientras realizaban trabajo en contra de huachicoleros, tres militares fueron retenidos y golpeados por pobladores de Santa Ana Ahuehuepan, en Tula, Hidalgo; presuntamente, por haber victimado a un civil. El asunto no acaba ahí; en las áreas urbanas de varias entidades, hasta la misma capital del país, el desabasto de gasolinas se ha tornado queja recurrente, y parece que va al incremento.

Por supuesto, el problema es “carnita” para los enemigos de López Obrador (aunque él los reconoce como adversarios), quienes ni tardos ni perezosos se manifiestan “indignados” por el “sufrimiento que el gobierno hace pasar al pueblo” con tanta escasez. Demandan solución inmediata al desabasto. Sabedores que la lucha contra la delincuencia no se debate, optan por declarar que las acciones oficiales estuvieron “mal planeadas”. Y así ocurren más y más críticas.

El caso es que nadie propone una solución. Pero, ¿cómo van a darla, si cuando estuvieron en posibilidad de frenar el problema, esos críticos fueron cómplices y, tal vez, beneficiados? Por caso, cabe preguntar con qué calidad moral los ex-presidentes Fox y Calderón reprochan las medidas de AMLO; el primero, arengando que ante las decisiones gubernamentales, procede “Resistencia, NO al mal gobierno”; en tanto el segundo, aduciendo que en su administración, “combatió con firmeza todas las formas de crimen organizado, incluyendo la del robo de gasolinas, sin afectar a los consumidores”.

Qué cinismo de este par; sigue encerrado en su burbuja de autocomplacencia, pensando que ya está olvidado que uno incumplió su promesa de meter a la cárcel a las “víboras prietas y tepocatas” y acabar con los corruptos, en tanto que el otro desató una guerra estéril que dejó miles de civiles muertos. Y que en el rubro petrolero, ambos fueron cómplices de, entre otras cochinadas, la empresa Oceanografía, uno de los principales contratistas de Pemex durante sus respectivos desgobiernos, misma que desde años atrás, junto con sus socios, está bajo investigación en Suiza por lavado de dinero. Con todo, la influencia económica de estos individuos es grande, tanto como su propio descrédito; y eso es lo que les mueve a atacar con furia a quien decidió quitarles pensiones insultantes y otras prebendas: el presidente López Obrador.

AMLO sostiene que el pueblo de México es bueno y honesto. Bien, pues parece que llegó el momento de comprobarlo en campo. De cara al combate a la corrupción y el huachicoleo, ¿qué respuesta daremos quienes el 1o. de julio votamos a su favor? Vale recordar que nadie dijo que un cambio benéfico para todos sería fácil y no implicaría algún sacrificio. Entonces, ¿le entramos o le sacamos?

Fuente de imagen:

eleconomista.com.mx, 7-ene-2019

Twitter: @RicSantes Fecha de publicación en otros medios:

Plumas Libres, 13-ene-2019

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