El Lamento de Independencia

Grito de independecia

Dominio público

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Yo le digo a todos los funcionarios […] todos vienen de abajo; ahora no se den pinches aires de grandeza, porque se pavonean […] toda la bola se sienten como que no pisan el suelo. Señores, […] salgan por esa puerta del ayuntamiento con la frente en alto. Salgan diciendo, “yo trabajé para ustedes y me di para ti”… porque eso es lo que son: ¡déspotas, hipócritas! Porque cuando quieres un pinche voto, ahí vas de pinche hipócrita. […] El PRI, en Ario, ni aunque noqueen vuelven a ganar. ¡Viva México!
(Arenga de un poblador de Ario de Rosales, Michoacán, 15 de septiembre de 2016)
 
 
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La noche del 15 de septiembre, en el municipio Ario de Rosales, en Tierra Caliente, Michoacán, en el marco de la ceremonia del Grito de Independencia, sucedió un evento raramente visto: una persona subió al estrado, se hizo del micrófono, y de su ronco pecho inició un discurso cargado de reproches, sentimientos, críticas, advertencias y hasta reconocimientos, dirigido (¡cosa tan interesante!) precisamente a los convidados de lujo que ocupaban los sitios especiales en el templete, destacando entre ellos, ¡faltaba más!, los pertenecientes al Partido Revolucionario Institucional (PRI).
 
La alocución del ciudadano sintetizó un sentimiento cada vez más generalizado en el país, que ubica a gobernantes, funcionarios y políticos, como causantes de los males que nos aquejan, y que ha convertido la noche de El Grito en afligida queja por el estado de cosas, en un verdadero Lamento de Independencia.
 
Aseguró que el partido en el poder en ese municipio, el PRI, no volverá a ganar, “ni aunque noqueen”. Es patente que a lo largo y ancho del territorio al PRI se le cargan las pulgas; porque luego de tantas décadas de gobernar, su deterioro ya rebasó el extremo de la repugnancia social. Y diga usted sin no luego de una somera revisión de los desempeños de gobiernos tricolores, sea en alcaldías, en entidades como Veracruz, Chihuahua, Quintana Roo, Guerrero, Michoacán, Chiapas, etcétera; o sea en la mismísima presidencia de la República, que no solventa decorosamente un escándalo cuando ya se metió en otro.
 
Por supuesto que las vergüenzas no son marca registrada del partidazo. Baste recordar a Layín, alcalde por dos ocasiones de San Blas, Nayarit, primero del PAN y luego como “independiente”, quien acostumbra levantar la falda a las damas y dijo robar pero poquito, y que aun así fue reelecto. O la “fina” alcaldesa de Atizapán, Estado de México, de indumentarias costosas y bienes millonarios, injustificados por su salario, quien luego de un “pinche vieja” proferido a una reportera y al percatarse que fue grabada, reaccionó con un “perdón, ¿eh?, ja, ja, ja”. Y qué decir de los perredistas esposos Abarca, de Iguala, Guerrero. Niveles de asco todos. Lo indignante es que, desempeñando cargos públicos los aprovechan para beneficio privado (el propio por delante), no para el bienestar a la población.
 
“Gánense la confianza del pueblo”, demandó el personaje de Ario a los sentados incómodamente en el templete: “todos vienen de abajo” y están ahí apenas por tres años. El compromiso mínimo debiera ser salir por las puertas del edificio de gobierno “con la frente en alto”. Pero eso no ocurre como normalidad. La mayoría sale por puertas traseras al terminar las administraciones; solamente los privilegiados, los amigos o compadres de alguien en las alturas “se caen para arriba”, ¿verdad, Alfredo Castillo, Luís Enrique Miranda, o Tomás Zerón? A esos individuos no les importa contar con la confianza de la ciudadanía, les importa muy poco lo que piense. Les basta con tener en la bolsa los favores del que está arriba. A él se deben.
 
Agregó el del micrófono que los gobernantes son “¡déspotas, hipócritas! Porque cuando quieres un pinche voto, ahí vas de pinche hipócrita”. Tiene razón; pero aquí cabe destacar la voluntaria o involuntaria complicidad del ciudadano, quien con una ingenuidad que francamente ya no se justifica, vota por esos cínicos. Si, por la razón que sea, se desentiende de su responsabilidad de estar mínimamente informado sobre la trayectoria de quienes van a pedirle apoyo, es comprensible que luego también se desentienda de vigilar su desempeño. Eso ya no se puede aceptar de un ciudadano pleno, pues reclamar derechos conlleva asumir deberes.
 
Merece análisis otra mención que hizo el poblador de Ario: “Hace rato se me acercó una persona y me dijo: “te subes y te [voy a] partir tu madre”. ¿Le parece familiar esto a quien ha manifestado públicamente su descontento respecto de un gobernante? Es la estrategia normal de un gobierno autoritario, cuya soberbia, mezclada con ignorancia, a la vez que repleta de poder coercitivo, es intolerante de la opinión contraria. El régimen autoritario es antidemocrático por definición, de manera que si hay crítica, la reprime. Sólo gusta de escuchar el aplauso fácil, así sea comprado con tortas, jugos, y unos cuantos pesos. ¡Viva México! Gritaron en las plazas públicas los personajes en el poder; ¡Viva!, respondió en muchos sitios una masa aletargada.
 
Testimoniamos la noche del 15, en la capital de la República, la existencia real –muy real-, de dos Méxicos: uno, el de la masa acarreada, sometida; que aplaudiría a Enrique Peña Nieto en el Zócalo para dejarle complacido. Otro, el de una población indignada, harta del mal gobierno, que reclama la renuncia del presidente marchando por las calles de la capital, y cuya pretensión de arribar al Zócalo fue reprimida por las fuerzas del Estado.
 
Queda claro que la permanencia de dos Méxicos conviene al régimen, y poco o nada hará para que las cosas cambien. Pese a todo, y esto es algo que debe rescatarse, muchos amamos esta tierra y mantenemos la firme convicción que las cosas mejorarán si nos comprometemos a asumir un papel más protagónico en el espacio público. Es por tanto tarea de la sociedad organizada tomar decisiones y actuar. Las luchas intestinas (por posición social, raza, género, preferencia sexual, o religión) solamente sirven a la perpetuación del statu quo. Es imprescindible consolidar una sola nación y recuperar lo que regímenes apátridas nos han arrebatado. Sintámonos a la brevedad orgullosos de gritar ¡Viva México!

 

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Fecha de publicación en otros medios: 18 de septiembre de 2016

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